María
Silvia Paschetta
Córdoba - Argentina
Martes
No es
cierto que sea martes
Acaso puede
ser un poco jueves
un descuido de lunes
un atraso del sábado
un olvido
Por donde
se lo mire
un día sin la r
(sin rabia
sin rencores
sin recuerdos rumiantes
sin retazos de rondas
sin rumores)
No es
cierto que sea martes
Este día no
existe
Día Roto
Este cuerpo vacante de un abrazo
Estos hombros huérfanos de nido
y la cadencia
lluvia en la ventana
Hoy es un día roto
desgajado
un agujero sal
desmemoriado
Camino
...
esta que soy
esta orfandad de hueco
este sabor a sal y destemplanza
este saber que nunca más tu abrazo
este encontrarte
mamá
sólo en mi adentro
Barcos
No habrán los barcos aquí
Mediterráneas
la calma arena
la mano del cardón
hoy la llovizna
Pero en el gris amparo de la tarde
un espectro de
barco
me navega
Viento en Las Grutas
Es el viento feroz
omnipresente
que viene a recordarme
como un antes
la razón de la ausencia
y no importan los loros barranqueros
sus escándalos
verdes
las gaviotas gigantes y serenas
su soberbia
o las grutas limpias alejadas
devolviendo la
infancia
Sólo el viento total
su permanencia
su forma de decir
la propia furia
esas voces tan
grito en la memoria
la impotencia
Y de nuevo recuerdo:
Yo me he ido
Yo me fui para siempre
desde siempre
Yo no quiero ser parte de esta furia
Me declaro inocente
Animal Racional
"El hombre es un
animal racional"
nos enseñaron
a sangre y fuego
a memoria absoluta
a enciclopedia cierta
Y el hombre
(ese animal racional)
provoca guerras
se dolariza
erige imperios
se autodestruye
mutila el
mundo
(que es su casa)
y el edificio
racional omnipresente
se tambalea
se resquebraja
se desmorona
sangra
Y la mujer
(animalito emocional
tan devaluado por milenios)
despierta al fin
toma la posta
revisa pre-supuestos
(suave como el acero)
y se pone a dar vida
nuevamente.
Ponencia: César
"León" Vargas, poeta y narrador. Semblanza de su recorrido desde los
Epitafios hasta la Alegría.
por Mariasilvia Paschetta.
César nació en 1954, en Canals, pequeña localidá
de la provincia de Córdoba. Vivió un tiempo en Bell Ville (lugar del que
siempre ha señalado que debería recuperar su más auténtico nombre de
"Fraile Muerto"). Desde 1974 reside en la ciudá de Córdoba, y
actualmente es empleado
de la Subdirección de Letras y Bibliotecas de la Provincia de Córdoba. Ha pertenecido al grupo de narrautores y poetas, ya mítico, "El
Caldero de los Cuenteros", durante los 15 años de su existencia, además de
participar de muchos otros grupos y actividades, así como de las Ferias del
Libro de Buenos Aires desde hace bastante tiempo.
Es de estatura corta, delgado, fibroso; desde
hace años usa una prolija y cuidada barba que combina con el pelo escaso,
suave, largo, recogido en una coleta, y más de una vez cubierto por algún sombrero
o gorra impecable. Los anteojos algo grandes, anticuados casi, disimulan apenas
la incisiva lucidez de su mirada siempre atenta, penetrante, viva, tanto como
su profunda voz de bajo, capaz de sostener los más intensos climas narrativos.
Tiene un hijo, Francisco, cuya madre, Eugenia
Cabral, es también una gran poeta cordobesa; hijo sensitivo y frágil que anda
renovando inevitablemente, y con un talento sin dudas genético, ese mal camino
de escribidor que honran sus padres.
En Córdoba se lo conoce también con el nombre que
bien se ganara en las épocas "duras", cuando estuvo detenido,
torturado y hasta un tiempo desaparecido: "El León" Vargas.
Según él mismo dice, "gritó poemas en
calles, plazas, sindicatos y escuelas; publicó en diarios, revistas, afiches y
libros". Y hay que saber también que ha participado en numerosísimas Antologías, tanto de poesía
como de cuentos, siempre por haber sido rigurosamente seleccionado o invitado.
Sus amigos sabemos que es mas bien renuente a
publicar, y que escribe poco para las ganas de quienes amamos su palabra; y
esto, creemos, por un excesivo sentido de autocrítica.
Pero esa su palabra es siempre grito, tanto
cuando se viste de recuento sobrio desde lo perdido; cuando sangra la dignidá del dolor; cuando
toma la forma de un susurro cargado de erotismo, o cuando tiene la calidez de
lo simple para decir la vida en lo cotidiano. La vida, que toma indudablemente
otro valor, otra corporalidá, una dimensión compacta a través de esa su mirada
atenta y penetrante.
Su primer libro solista, en 1990, fue "El
escriba de los Epitafios", y uno de los últimos, en 2005, "El libro
de la Alegría" (de cuya presentación tuve el orgullo de participar). En
2007, publica su invalorable Antología Personal, a la que llamó, para señalar
un poco su propia evolución, coherente con la del país según alguna vez
comentara irónicamente, "Del Epitafio a la Alegría". Otras dos
joyitas son el "Ellas", poemas de mujeres con nombres de ciudá,
ilustrado con dibujos de delicado erotismo por otro cordobés, Alfredo Gustavo
Echevarrieta, y "Los Cuatro Sellos", donde duelen y golpean muy duro
cuatro poemas poderosos, uno para cada uno de sus Jinetes del Apocalipsis: La
Conquista, La Guerra, El Hambre y La Muerte.
En noches caldereras solíamos discutir apasionadamente
sobre si la poesía tiene género o no, ya que varias integrantes del grupo del
Caldero le señalábamos que, sin poder jamás ser acusado de machista (que no lo
es), su poesía, su palabra, es sin embargo profundamente viril, cosa que él
negaba (y niega) enfáticamente.
¿Cómo traerles a César, al León, y que sirva? Si
conocen ya su palabra, saben de que hablo. Y si no la conocen ¿qué sentido
tendría lo que digo? Por eso creo que lo mejor es mostrarles al menos un algo
de su obra, haciendo usufructo, claro, de mi privilegio de elegir, sólo por ser
la presentadora.
No es fácil decidir qué mostrarles de su obra,
porque ningún poema desmerece a otro. Así que opté por hacer un breve paseo
arbitrario y personal por su antología, más bien cronológico, comenzando por el
que le diera el nombre al primer libro, (y ustedes me dirán entonces si su
poesía es viril o no, aún escuchada en voz de mujer):
El Escriba de los Epitafios (pág. 9)
Por cierto, hombre escéptico y lúcido
materialista como es, siempre sabe decir, con un leve dejo sardónico, que
quiere que en su lápida escriban: "Aquí yace un hombre de fe. Espere y
será atendido".
Ese escepticismo, esa lucidez, sin embargo, no le
quitan ni un gramo de peso a su ternura profunda. Entonces, desde sus poemas
más viejos, les comparto los que en principio me hicieron acercar a su obra,
mis dos preferidos, para mostrarles eso de la calidez de lo simple:
Defensa del amor (pag.84)
La Higuera (pág. 82)
De este último, me gustaría señalarles
especialmente esos versos que me parecen una obra maestra de la imagen:
"Esta quieta manada/ de tiernos paquidermos/ ostentaba unas brevas/ de
genital dulzura"... No hay manera de no "ver" las ramas de la
higuera, verdá?, y esos primeros frutos tan esperados, tan espiados
tempraneramente por los que tenemos o hemos tenido higuera, no vaya a ser que
algún loro atrevido, u otro pajarraco, nos ganara de mano.
Esa sensibilidá también aparece en su manera de
encarar las consecuencias de realidades políticas y sociales de la época en que
le tocó ser joven y comprometido. con todo el dolor físico que ello implicó.
Qué sabe el enemigo (pág. 74)
De esa misma época de cárcel, el que sigue. Y
aquí de nuevo la ternura primera, el alimento de la infancia, sosteniendo el
momento del dolor:
La Ortiga (pág.75)
Su concepción sobre la vida y lo valorable tal
vez la encuentro, la encontremos, en su manera diferente, contundente, de
hablar de esto tan cotidiano en la vida de todos, la madera:
Madera (pág.76)
Como todo poeta, César alguna vez también sintió
la angustia de lo no dicho, lo huidizo del poema, la desazón de la búsqueda
insomne, aunque, como Dolina, él dice que siempre los hombres escriben para
alguna mujer:
Poema IV (pág. 60)
Y hablando de mujeres, difícil, más difícil aún
que la selección general, es elegir algún poema de su libro "Ellas",
todos tan diferentes, tan determinantes, tan reales, así que opto por mis dos
preferidos:
Ankara (pág. 39)
Lérida (pág. 51)
Toda su poesía, como vemos, es potente, y también
viril, pero su parte más lírica, más vibrante, creo, la encontramos en los
poemas de "Los Cuatro Sellos", de los que elegí el de La Guerra, tal
vez porque es el monstruo siempre presente, siempre amenazante, siempre
justificado por los hombres. O tal vez porque me parece el más duro.
La Guerra (pág. 29)
Y con toda esa dolorosa lucidez, sin embargo
César "el León" Vargas es un sobreviviente de la vida, un amador de
la palabra, un honrador de amistades y afectos.
Y como el tiempo se nos acaba, nada mejor que
completar esta semblanza, este breve paseo por la palabra del León, con dos
poemas de su último libro solista, el de la Alegría, ese que al él mismo le
asombrara. El libro tiene un epígrafe de Octavio Paz que dice "Merece lo
que sueñas", y el primer poema comienza con una muy conocida cita:
"Escucha hermano la canción de la alegría" (pág. 55)
Cierro con el último poema de ese libro, el poema
de la alegría, el que referencia y engloba todo lo presentado hasta aquí:
(pág. 65)
Mariasilvia
Paschetta
María Silvia
Paschetta:
Oriunda
de San Antonio Oeste, nació el 18 de octubre de 1953. Desde 1978 vive en
Córdoba (Argentina), y desde 2003 en Villa de Soto, en el Noroeste cordobés.
Escribe cuentos, poesías y trabajos científicos. Es Narrautora, y fue miembro
estable del grupo “El Caldero de los Cuenteros” de Córdoba los quince años de
su existencia, publicando en todas las antologías del grupo. Editó “Una Ceniza
Apenas de Naranjos”, poemas y “Más Cerca de la Sangre que de la Tinta, cuentos,
(1999, ambos agotados) y “De Trenes y Ciudadelas”, poemas (2011). Ha recibido
menciones y premios por poesía y cuento a nivel nacional e internacional y ha
publicado en Antologías y Ediciones de Autor e informales y artesanales. Es
autora de la letra de más de sesenta canciones con músicos varios y de cinco con
música propia. Actualmente está incursionando en pintura y grabando un CD con
canciones propias. Tiene cuatro hijos y cuatro nietos (por ahora). Es Psicóloga
y Criminóloga. Aún cree en el amor.
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