imagen del encabezamiento: Yañez

Bienvenida



Necesitamos compartir, necesitamos comprender, y solo podemos hacerlo mediante la palabra y toda otra forma de comunicación gráfica, gestual; que ingrese por nuestros sentidos, que emitan nuestros labios, nuestras manos, el cuerpo todo.

Para nosotros, para las personas, la comunicación fundamental, principal, se realiza por medio de la palabra, sea oral o escrita. Vivimos en un océano de palabras y señales comunicativas y la falta de ellas es como la falta de oxígeno a la vida. Sin ellas empobrecemos y en soledad podemos llegar al extremo de morir por ausencia de comunicación que en definitiva es ausencia de cariño, de amor; porque el opuesto, el odio, o simplemente la indiferencia, no permiten las palabras, no permiten la conexión, la comunicación. Solo se comunica, solo se habla cuando se desea comprender, cuando hay un principio de amor. Para ello, para compartir y comprender proponemos estas TARDES DE MATE Y CUENTOS; en ellas trataremos de alimentarnos de palabras, conocerlas y reconocerlas para llegar a tener una mejor comunicación, una riqueza y soltura del lenguaje.

Antonio G. Guzzo


viernes, 8 de agosto de 2014

María Silvia Pascheta Córdoba /Argentina

María Silvia  Paschetta
Córdoba - Argentina
 













Martes

No es cierto que sea martes

Acaso puede ser un poco jueves
un descuido de lunes
un atraso del sábado
un olvido

Por donde se lo mire
 un día sin la r
 (sin rabia
  sin rencores
  sin recuerdos rumiantes
  sin retazos de rondas
  sin rumores)


No es cierto que sea martes

Este día no existe


Día Roto

Este cuerpo vacante de un abrazo
Estos hombros huérfanos de nido
 y la cadencia lluvia en la ventana


Hoy es un día roto
desgajado

un agujero sal
desmemoriado

Camino
...
esta que soy
esta orfandad de hueco
este sabor a sal y destemplanza
este saber que nunca más tu abrazo
este encontrarte
mamá
sólo en mi adentro


Barcos
No habrán los barcos aquí

Mediterráneas
la calma arena
la mano del cardón
hoy la llovizna

Pero en el gris amparo de la tarde
 un espectro de barco
  me navega

Viento en Las Grutas

Es el viento feroz
 omnipresente
que viene a recordarme
 como un antes
la razón de la ausencia

y no importan los loros barranqueros
 sus escándalos verdes
las gaviotas gigantes y serenas
 su soberbia
o las grutas limpias alejadas
 devolviendo la infancia

Sólo el viento total
 su permanencia
 su forma de decir la propia furia
 esas voces tan grito en la memoria
 la impotencia

Y de nuevo recuerdo:

Yo me he ido
Yo me fui para siempre
desde siempre
Yo no quiero ser parte de esta furia

Me declaro inocente

Animal Racional

"El hombre es un animal racional"
nos enseñaron
a sangre y fuego
a memoria absoluta
a enciclopedia cierta

Y el hombre
  (ese animal racional)
provoca guerras
se dolariza
erige imperios
se autodestruye
mutila el  mundo
(que es su casa)

  y el edificio racional omnipresente
se tambalea
se resquebraja
se desmorona
sangra

Y la mujer
  (animalito emocional
    tan devaluado por milenios)
despierta al fin
toma la posta
revisa pre-supuestos
(suave como el acero)
y se pone a dar vida
nuevamente.


Ponencia: César "León" Vargas, poeta y narrador. Semblanza de su recorrido desde los Epitafios hasta la Alegría.

por Mariasilvia Paschetta.

César nació en 1954, en Canals, pequeña localidá de la provincia de Córdoba. Vivió un tiempo en Bell Ville (lugar del que siempre ha señalado que debería recuperar su más auténtico nombre de "Fraile Muerto"). Desde 1974 reside en la ciudá de Córdoba, y actualmente es empleado de la Subdirección de Letras y Bibliotecas de la Provincia de Córdoba. Ha pertenecido al grupo de narrautores y poetas, ya mítico, "El Caldero de los Cuenteros", durante los 15 años de su existencia, además de participar de muchos otros grupos y actividades, así como de las Ferias del Libro de Buenos Aires desde hace bastante tiempo.
Es de estatura corta, delgado, fibroso; desde hace años usa una prolija y cuidada barba que combina con el pelo escaso, suave, largo, recogido en una coleta, y más de una vez cubierto por algún sombrero o gorra impecable. Los anteojos algo grandes, anticuados casi, disimulan apenas la incisiva lucidez de su mirada siempre atenta, penetrante, viva, tanto como su profunda voz de bajo, capaz de sostener los más intensos climas narrativos.
Tiene un hijo, Francisco, cuya madre, Eugenia Cabral, es también una gran poeta cordobesa; hijo sensitivo y frágil que anda renovando inevitablemente, y con un talento sin dudas genético, ese mal camino de escribidor que honran sus padres.
En Córdoba se lo conoce también con el nombre que bien se ganara en las épocas "duras", cuando estuvo detenido, torturado y hasta un tiempo desaparecido: "El León" Vargas.
Según él mismo dice, "gritó poemas en calles, plazas, sindicatos y escuelas; publicó en diarios, revistas, afiches y libros". Y hay que saber también que ha participado en  numerosísimas Antologías, tanto de poesía como de cuentos, siempre por haber sido rigurosamente seleccionado o invitado.
Sus amigos sabemos que es mas bien renuente a publicar, y que escribe poco para las ganas de quienes amamos su palabra; y esto, creemos, por un excesivo sentido de autocrítica.
Pero esa su palabra es siempre grito, tanto cuando se viste de recuento sobrio desde lo perdido;  cuando sangra la dignidá del dolor; cuando toma la forma de un susurro cargado de erotismo, o cuando tiene la calidez de lo simple para decir la vida en lo cotidiano. La vida, que toma indudablemente otro valor, otra corporalidá, una dimensión compacta a través de esa su mirada atenta y penetrante.
Su primer libro solista, en 1990, fue "El escriba de los Epitafios", y uno de los últimos, en 2005, "El libro de la Alegría" (de cuya presentación tuve el orgullo de participar). En 2007, publica su invalorable Antología Personal, a la que llamó, para señalar un poco su propia evolución, coherente con la del país según alguna vez comentara irónicamente, "Del Epitafio a la Alegría". Otras dos joyitas son el "Ellas", poemas de mujeres con nombres de ciudá, ilustrado con dibujos de delicado erotismo por otro cordobés, Alfredo Gustavo Echevarrieta, y "Los Cuatro Sellos", donde duelen y golpean muy duro cuatro poemas poderosos, uno para cada uno de sus Jinetes del Apocalipsis: La Conquista, La Guerra, El Hambre y La Muerte.
En noches caldereras solíamos discutir apasionadamente sobre si la poesía tiene género o no, ya que varias integrantes del grupo del Caldero le señalábamos que, sin poder jamás ser acusado de machista (que no lo es), su poesía, su palabra, es sin embargo profundamente viril, cosa que él negaba (y niega) enfáticamente.
¿Cómo traerles a César, al León, y que sirva? Si conocen ya su palabra, saben de que hablo. Y si no la conocen ¿qué sentido tendría lo que digo? Por eso creo que lo mejor es mostrarles al menos un algo de su obra, haciendo usufructo, claro, de mi privilegio de elegir, sólo por ser la presentadora.
No es fácil decidir qué mostrarles de su obra, porque ningún poema desmerece a otro. Así que opté por hacer un breve paseo arbitrario y personal por su antología, más bien cronológico, comenzando por el que le diera el nombre al primer libro, (y ustedes me dirán entonces si su poesía es viril o no, aún escuchada en voz de mujer):

El Escriba de los Epitafios (pág. 9)

Por cierto, hombre escéptico y lúcido materialista como es, siempre sabe decir, con un leve dejo sardónico, que quiere que en su lápida escriban: "Aquí yace un hombre de fe. Espere y será atendido".
Ese escepticismo, esa lucidez, sin embargo, no le quitan ni un gramo de peso a su ternura profunda. Entonces, desde sus poemas más viejos, les comparto los que en principio me hicieron acercar a su obra, mis dos preferidos, para mostrarles eso de la calidez de lo simple:

Defensa del amor (pag.84)

La Higuera (pág. 82)

De este último, me gustaría señalarles especialmente esos versos que me parecen una obra maestra de la imagen: "Esta quieta manada/ de tiernos paquidermos/ ostentaba unas brevas/ de genital dulzura"... No hay manera de no "ver" las ramas de la higuera, verdá?, y esos primeros frutos tan esperados, tan espiados tempraneramente por los que tenemos o hemos tenido higuera, no vaya a ser que algún loro atrevido, u otro pajarraco, nos ganara de mano.
Esa sensibilidá también aparece en su manera de encarar las consecuencias de realidades políticas y sociales de la época en que le tocó ser joven y comprometido. con todo el dolor físico que ello implicó.


Qué sabe el enemigo (pág. 74)

De esa misma época de cárcel, el que sigue. Y aquí de nuevo la ternura primera, el alimento de la infancia, sosteniendo el momento del dolor:

La Ortiga (pág.75)

Su concepción sobre la vida y lo valorable tal vez la encuentro, la encontremos, en su manera diferente, contundente, de hablar de esto tan cotidiano en la vida de todos, la madera:

Madera (pág.76)

Como todo poeta, César alguna vez también sintió la angustia de lo no dicho, lo huidizo del poema, la desazón de la búsqueda insomne, aunque, como Dolina, él dice que siempre los hombres escriben para alguna mujer:

Poema IV (pág. 60)

Y hablando de mujeres, difícil, más difícil aún que la selección general, es elegir algún poema de su libro "Ellas", todos tan diferentes, tan determinantes, tan reales, así que opto por mis dos preferidos:

Ankara (pág. 39)

Lérida (pág. 51)

Toda su poesía, como vemos, es potente, y también viril, pero su parte más lírica, más vibrante, creo, la encontramos en los poemas de "Los Cuatro Sellos", de los que elegí el de La Guerra, tal vez porque es el monstruo siempre presente, siempre amenazante, siempre justificado por los hombres. O tal vez porque me parece el más duro.

La Guerra (pág. 29)

Y con toda esa dolorosa lucidez, sin embargo César "el León" Vargas es un sobreviviente de la vida, un amador de la palabra, un honrador de amistades y afectos.
Y como el tiempo se nos acaba, nada mejor que completar esta semblanza, este breve paseo por la palabra del León, con dos poemas de su último libro solista, el de la Alegría, ese que al él mismo le asombrara. El libro tiene un epígrafe de Octavio Paz que dice "Merece lo que sueñas", y el primer poema comienza con una muy conocida cita:

"Escucha hermano la canción de la alegría" (pág. 55)

Cierro con el último poema de ese libro, el poema de la alegría, el que referencia y engloba todo lo presentado hasta aquí:

(pág. 65)
Mariasilvia Paschetta

María Silvia Paschetta:
Oriunda de San Antonio Oeste, nació el 18 de octubre de 1953. Desde 1978 vive en Córdoba (Argentina), y desde 2003 en Villa de Soto, en el Noroeste cordobés. Escribe cuentos, poesías y trabajos científicos. Es Narrautora, y fue miembro estable del grupo “El Caldero de los Cuenteros” de Córdoba los quince años de su existencia, publicando en todas las antologías del grupo. Editó “Una Ceniza Apenas de Naranjos”, poemas y “Más Cerca de la Sangre que de la Tinta, cuentos, (1999, ambos agotados) y “De Trenes y Ciudadelas”, poemas (2011). Ha recibido menciones y premios por poesía y cuento a nivel nacional e internacional y ha publicado en Antologías y Ediciones de Autor e informales y artesanales. Es autora de la letra de más de sesenta canciones con músicos varios y de cinco con música propia. Actualmente está incursionando en pintura y grabando un CD con canciones propias. Tiene cuatro hijos y cuatro nietos (por ahora). Es Psicóloga y Criminóloga. Aún cree en el amor.






No hay comentarios: